SENO CERVICAL
Los surcos branquiales II, III y IV se agrupan al engrosar y proliferar el segundo arco branquial, el cual desciende y los engloba. Se forma así el seno cervical de Hiss. Sus paredes se fusionan y se oblitera. En caso de que no exista una obliteración completa, se desarrollarán las distintas anomalías. La persistencia del seno cervical es rara. Existe una comunicación que puede iniciarse tras el último molar, la fosa amigdalina, o el seno piriforme hasta las proximidades de la inserción clavicular del músculo esternocleidomastoideo.
Los arcos faríngeos contribuyen en gran medida a la formación de la cara, las cavidades nasales, la
boca, la laringe, la faringe y el cuello. Durante la quinta semana, el segundo arco
faríngeo aumenta de tamaño y llega a recubrir los arcos tercero y cuarto, formando una depresión
ectodérmica que se denomina seno cervical. Hacia el final de la séptima
semana, las hendiduras faríngeas segunda a cuarta y el seno cervical han desaparecido, con lo que el
cuello presenta un contorno liso.
QUISTES CERVICALES
Los restos de diversas partes del seno cervical, de la segunda hendidura faríngea o de ambos pueden persistir y dar lugar a un quiste esférico o alargado. Aunque estos quistes se pueden asociar a senos cervicales y pueden drenar a través de ellos, los quistes cervicales se localizan a menudo de manera libre en el cuello inmediatamente por debajo del ángulo de la mandíbula. No obstante, también pueden desarrollarse en cualquier punto a lo largo del borde anterior del músculo esternocleidomastoideo. En general, los quistes cervicales no se manifiestan clínicamente hasta la niñez tardía o los primeros años de la edad adulta, cuando dan lugar a la aparición en el cuello de una tumefacción indolora y que aumenta lentamente de tamaño. Los quistes crecen debido a que en su interior se acumulan líquido y restos celulares procedentes de la descamación de su revestimiento epitelial. Los quistes cervicales también se han observado en las glándulas paratiroides.